Reseña del editor:
Don Juan Valera no fue solamente novelista. Escribió mucho, Algo de todo, según reza el título de uno de sus libros, y lo hizo a despecho de vacilaciones y desengaños. «Varias veces me di ya por vencido, y hasta por muerto; mas, apenas dejé de ser escritor, cuando reviví como tal bajo diversa forma. Primero fui poeta; luego periodista; luego crítico; luego aspiré a filósofo; luego tuve mis intenciones y conatos de dramaturgo, y al cabo traté de figurar como novelista.... Bajo esta última forma es como la gente me ha recibido menos mal; pero, aun así, no las tengo todas conmigo.» Hoy, Valera es un autor clásico reconocido en toda historia de nuestra literatura, pero la frase final de la cita transcrita no es sólo fórmula de buena crianza para evitar la propia ponderación, sino confidencia íntima de un hombre que ha corrido mucho pero sin asiento ni rumbo seguro. Pues, además de tantear la carrera de escritor, cultivando tan diversos géneros literarios, empeñó su tiempo en otras profesiones. En su larga vida (muere cumplidos los ochenta y uno) residió muchos años fuera de España—en Nápoles, Lisboa, Río, Dresde, Moscú, Francfort, Washington, Bruselas, Viena—, con cargos diplomáticos que le confería o retiraba el Gobierno según estuviese regido por amigos o enemigos políticos.
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