Es difícil, para un perro pastor alemán que vive al servicio de un grupo humano, no añorar la libertad que conoció como cachorro. Y sobre todo no sentir nostalgia por todo lo que perdió en sus vivencias con los mapuches, los indios de la Araucanía en Chil
Recomendación de Librosyliteratura.es, escrita por Ana Segarra
Soy consciente de que muchas veces, cuando hablo de mi perra Kenya, no puedo evitar emocionarme. Desde que era pequeña he tenido perros en casa y, por circunstancias de la vida, todos se han ido de mi lado. Pero Kenya, por suerte, comparte mi día a día desde hace ya cuatro años. Representa las mejores virtudes de todo lo que me rodea: amistad, energía, felicidad, amor... pero, sobre todo, lealtad. Tuve la desgracia de ver con mis propios ojos cómo otro perro mataba a mi antiguo compañero, Nilo. Aunque destrozada, no tardé en decidir que necesitaba a mi lado a otro amigo. Urgentemente. Así fue cómo llego a mi vida Kenya, en una época llena de altibajos, de complicaciones, de golpes. Y así fue cómo comprendí que el alma podía dividirse en dos y ocupar dos cuerpos al mismo tiempo.
No sé cómo me verá Kenya a mí. Si la alegría que demuestra al verme es real o es solo hambre. No sé si su manía de meterse dentro de mi cama serán ganas de compañía o solo busca calor. Sea lo que sea, cada día estoy más agradecida de que quiera pasar tiempo a mi lado, de que me busque cuando está asustada, de que intente protegerme cuando cree que yo estoy en peligro.
Así que cuando leí Historia de un perro llamado Leal no pude evitar pensar en lo afortunada que soy de tener a una amiga tan fiel a mi lado. Estas breves páginas contienen una fábula mapuche que se transmitía de abuelos a nietos; la historia de Afmau, un perro que nace en la selva pero que es llevado por un jaguar a una tribu humana. Allí tendrá que aprender a convivir con las personas y a olvidar su pasado salvaje, aunque hará amistades que nunca podrá olvidar. Por una serie de acontecimientos se ve obligado a abandonar a su familia, ya que un grupo de hombres, de raza blanca, se cruza en la vida de los mapuches para intentar echarles de sus tierras. Pero a pesar de tener que convivir con la gente que tanto daño le ha hecho a su familia, él jamás se podrá olvidar de esas personas que fueron una vez su hogar. Con esta fábula, Luis Sepúlveda nos cuenta cómo sus antepasados se vieron sometidos por “el hombre blanco”, pero todo desde el punto de vista de un pastor alemán que es ajeno a la tiranía de los humanos. Nos enseña la tristeza de esta tribu desde los ojos inocentes de un perro.
Aunque no creo que pretenda ser una crítica directa, Luis Sepúlveda nos trae un trocito de la historia de sus antepasados que pretende hacernos reflexionar sobre la opresión que sufrieron las tribus en su día. Narrándonos la historia con los nombres originales mapuches, nos mete de lleno en un contexto puro y original, transportándonos a parajes desconocidos en los que tendremos que dejarnos llevar por nuestros sentidos más primarios.
“Este perro ha demostrado lealtad con monwen, la vida, no ha cedido a la cómoda invitación de lakonn, la muerte, y por eso se llamará Afmau, que en nuestra lengua significa leal y fiel”.
Si yo no conviviera con Kenya o no sintiera pasión y respeto por los animales, seguramente no me habría gustado esta fábula. Se podría decir que este libro no es apto para todos los públicos; solo los que tengan este sentimiento podrán apreciar la historia de Afmau; que solo los que traten a un perro como a un igual se sentirán conmovidos por los pensamientos de este pastor alemán; que únicamente los que saben qué es ser querido por un perro formarán parte de esta historia. Pero para aquellas personas que no se sientan identificadas con lo que describo, quizá leer este libro sea la mejor manera de empezar a adentrarse en el mundo de estos animales tan espléndidos y, ya de paso, en el de los mapuches.